Des de siempre se ha dicho que quien paga, manda. Pero esta máxima, que parecía inalterable, hace unos cuantos años que ha sido puesta en cuestión. Los distribuidores tienen el rol de proveedores y en teoría deberían atendernos a la perfección pero no siempre es así. Es tan importante o más fabricar un buen producto como conseguir que te lo distribuyan, de hecho los distribuidores son los grandes beneficiados en la escala económica, compran a uno y venden a tres, cuatro o cinco con facilidad, ellos tienen la infraestructura para hacer el reparto y conocen a todos los clientes. Tanto es así que incumplen normas que habían estado vigentes toda la vida, por ejemplo: hacer el reparto a horas intempestivas y cuando el bar está lleno, no querer dejar las cajas en los pisos o en los sótanos o dejarlas mal colocadas si no estás ojo avizor, dejar la puerta abierta o no ir con cuidado con el mobiliario. Cada distribuidor tiene su zona y si te rebotas con ellos se niegan a servirte y te crean un grave problema, los bares pequeños acostumbran a ser vilmente maltratados, sobretodo en los precios.
Los repartidores han cambiado a lo largo de los años: en los setenta y los ochenta tenían una técnica admirable cargando, descargando y colocando. En los noventa la cosa cambió, como el trabajo era muy duro entraron en liza los inmigrantes, que eran poco efectivos. Las empresas distribuidoras, visto lo visto, externalizaron el trabajo y los panchitos tuvieron que hacerse autónomos, incluso se vieron obligados a comprar los camiones de reparto. El mundo está lleno de trabajos de mierda, el de repartidor de bebidas es uno de ellos, lo único positivo es que se ahorran el gimnasio. A la hora de descargar en el almacén hay que controlar que lo entregado se corresponda con lo pedido, si te despistas te puedes llevar sorpresas desagradables. Últimamente han aparecido, aunque no abundan, mujeres repartidoras, una alegría.
Los preventistas son el brazo armado de los distribuidores, a parte de encargarse de aligerar el descontento poniendo de su parte, incluso repartiendo, son los que te pasan las ofertas y endulzan la relación. Hay que tener en cuenta que las cadenas se lo llevan todo, pero sólo ellos pueden facilitarte el montaje de terrazas y el dinero necesario para empezar a cambio de la exclusiva en el barril, toda una guerra que requiere de avales y consumo con numerosos incumplimientos
En el mundo de la coctelería, por encima de los preventistas están los inspectores, que reparten los monises a cambio de tener visibilidad en la carta y por supuesto una venta en exclusiva de sus productos. Si estas bien colocado en el ránking a menudo buscan más mostrar su imagen que sacar beneficio.
Las exclusivas son fundamentales tanto para obtener dinero como precio. Se acostumbran a hacer tratos anuales de montos importantes, si no firmas exclusivas siempre puedes obtener un buen rappel por consumo.
Al margen de los distribuidores oficiales se ha creado una red de proveedores que consiguen el favor de muchos bares porque ofrecen muy buenos precios a partir de la compra de licores en paralelo o la venta en formatos no reciclables en refrescos y cervezas.
Es curioso el comportamiento de los grandes distribuidores ante la salida al mercado de productos de éxito inmediato, de golpe todos fabrican bebidas similares que promocionan e incluso regalan pero difícilmente se consolidan, un buen ejemplo son las bebidas isotónicas. También es curioso observar que constantemente aparecen bebidas premium promocionadas puerta a puerta, éstas a veces sí se consolidan. Todo el mundo busca el milagro.
Sin llegar a conseguirlo del todo podemos decir que los grandes distribuidores se comportan cada vez más como un monopolio, con la pandemia han subido los precios como si nada y no queda otra que tragar.